Ayer me volaron vilmente 2 audífonos (2 pares, pues) que traía en la parte de atrás de mi mochila, supongo que en el atestadísimo metro. Y lo peor es que no es la primera vez que me pasa; ya una vez me volaron unos lentes de igual manera…
Supongo que no aprendo, y que todavía confío en la natura bonhomía de mis prójimos.
Pero como dice Taibo en una novela de Belascoarán, citando a alguien que ahorita no recuerdo, “un hijo de la chingada es siempre un hijo de la chingada, y que no se te olvide”.
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